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Aldoux Huxley |
Recuerdo
de mi etapa de estudiante de Bachillerato el nombre de Aldous Huxley y su obra más
representativa “Un mundo feliz”. Digo Bachillerato, pues uno va teniendo sus
años, y aunque aquel no fue ni mucho menos el mejor sistema de enseñanza del
mundo, no tiene nada que ver con el actual de la LOGSE ni de lejos.
Si
a un joven de hoy en día se le preguntase por quién es Aldous Huxley, lo más
seguro es que nos encontráramos con alguien de esta guisa:
Un joven cuyas pintas son más o menos: cabeza rapada por los lados, el poco
pelo que ostenta en la coronilla de dos colores entre amarillo pajizo y moreno
turbio, la cara desfigurada por el acné, un pendiente en cada oreja, en la
aleta de la nariz derecha un “piercing”, que le confiere al rostro cierto aire
de asimetría, los ojos colorados y enrojecidos, a medias entre la falta de
sueño y el consumo de algo a lo que no me atrevo ni a poner nombre, la boca
pequeña, esbozando una sonrisa sempiterna entre la de un sujeto bobo o un
sujeto colocado. Camiseta blanca de tirantes ajustada. Los brazos tatuados con
lo que en su jerga denominan “tribales”, que traducido al común de los mortales
quiere decir “garabatos”, pantalones de deporte rojos chillones con listas
blancas en los lados, y eso sí, por lo menos dos tallas más grandes de la que
debería utilizar; mal colocados, por debajo de la cintura, dejando ver al osado
que mire hacia su talle, la goma elástica de los calzoncillos lila chillón,
cuya intención no es otra que la de que se vea la marca comercial de los
mismos. Opino que si alguno de estos descerebrados tuviese talento, no hubiera
dudado en pedir una rebaja en la compra de dicho artículo a la firma comercial
por hacerle publicidad gratis, pero dudamos mucho que sepan articular la
palabra publicidad correctamente. Y en los pies unas zapatillas con suela baja,
de color blanco y con unas listas de color rojo a los lados y los cordones,
como no, a juego. En las manos, unas pulseras de cuero que ya se han incrustado
tanto en la piel, que en caso de quitárselas se tendría que recurrir a la
cirugía. En una mano dos anillos plateados de los baratos, incrustados en lo
que morfológicamente se podría llamar dedos, y en la otra mano, unas gafas de sol
exageradamente grande y barata. En el banco en el que está sentado, una gorra
de teja tipo “beisbol americana”, de color blanco con un eslogan escrito en
inglés entre rojo y negro, del cual dudamos el sujeto sepa traducir lo que pone
y, a su lado, un teléfono móvil de pantalla táctil con sus correspondientes
auriculares a juego, un paquete de tabaco a medio consumir y una lata de bebida
energética de las que anuncian en la Tv que utiliza a modo de cenicero.
No
describimos a los acompañantes que pululan a su alrededor, pues imaginamos que
el lector puede hacerse una idea, que la fauna de la que se rodea este
individuo, viste igual y se mimetiza en ese ambiente cual camaleón en un
trigal. Así las cosas preguntamos:
-“Perdona,
¿Puedes decirme quién es Aldous Huxley?”
Se
produce una reacción curiosa, la risa boba se hace más grande, y el sujeto
empieza a experimentar movimientos compulsivos con la cabeza, girando el cuello
a un lado y a otro con rostro de estupefacción, los ojos muy abiertos, que si
pudiesen hablar dirían: ¿Por qué a mí, yo qué he hecho? Y todo el rato mirando
a sus semejantes en busca de ayuda o de “traducción” del interrogante que le
planteo, como si un servidor hubiese dicho esas palabras en marciano o
venusiano…
Y terminaría respondiéndonos:
-¿Ha,hahaha,
¿Quién?, hahahaha, ¡Tío, ese quién eeeees!
Le
repito: “Aldous Huxley” ¿Os suena ese nombre?
-“¡Qué
va, para ná!
Una
voz proveniente de una muchacha (que con esas pintas cualquiera lo diría) que
estaba detrás del sujeto de estudio responde:
-“Ese
es que no lo hemos “dao” este año”.
Les
pregunto: -“¿Podríais decirme al menos si es un científico, un matemático, un
filósofo o un escritor?
Llegados
a este punto, el grupo empieza a arremolinarse sobre el sujeto de estudio, más
movidos por la curiosidad que por otra cosa, y cual rifa de feria se tratase,
empiezan a escupir por sus bocas:
“¡Matemático!” –Dice uno- “A mí me suena a alguien de historia” –dice
otra voz, y así en un rosario de respuestas, como si al atinar con la respuesta
correcta estuviesen esperando que se les lanzase una sardina de premio. Como
focas amaestradas. Patético.
Ficha
Técnico-Estadística del Estudio Muestreo:
El
grupo estaba compuesto por unos siete alumnos de entre 3º y 2º de Bachillerato
del actual y con edades comprendidas entre los 16 y 18 años. Cuatro machos y
tres hembras, el sujeto responde a los parámetros de “macho alfa”, lo cual
produce miedo al pensar que dentro de muy pocos años, un individuo de esas
características y capacidad intelectual, puede ser el próximo agente de policía
con licencia para utilizar armas de fuego, un médico con acceso a recetario
para medicamentos o político que rija los destinos del resto de los mortales
(aunque esto último quizás sea lo menos grave viendo lo que padecemos en la
actualidad).
Volvamos
a nuestro autor antes de que la depresión y la resignación se apoderen de nosotros.
Aldous Huxley
No
nos interesaríamos por este escritor en esta bitácora, de no ser porque su obra
se suele estudiar con mucha frecuencia en los manuales de estudio de
Bachillerato. De él se suele decir que se interesó, asimismo, por los temas
espirituales, como la parapsicología y el misticismo,
acerca de las cuales escribió varios libros. Se
le considera uno de los más importantes representantes del pensamiento
moderno.
Proveniente
de una familia con una larga trayectoria en la investigación científica, la
divulgación y la literatura, Aldous parecía marcado por esos genes así que
dedicó su vida a escribir. Hasta aquí todo normal.
Su
abuelito, “Thomas Henry Huxley” fue un acérrimo defensor de las teorías
evolucionistas de Darwin, tanto, que en los círculos masónicos en donde se
movía lo empezaron a llamar “El Buldog de
Darwin” tal era su celo por las teorías del naturalista. Lo que no muchos
saben es que era miembro destacado de la Sociedad Metafísica, creada en 1869,
con el afán de crear una élite intelectual más eficaz. Obviamente esas teorías
se propalaron eficazmente por las universidades de Oxford y Cambridge, teniendo
el honor el abuelito (según dicen las fuentes) de acuñar el término “agnosticismo”, pues en sus
disertaciones, hablaba de que el hombre no tenía alma (hablaba de la ausencia
de alma) y de la incapacidad de aprender.
El
nieto de este sujeto, nuestro Aldous, ya como novelista y como miembro
perteneciente a una clase acomodada, coqueteó con las drogas para “inspirarse” y descubrir su paz
espiritual. “Así podía entrar en un mundo
de visiones”. Vamos, que se ponía “ciego”
se diría ahora. Igual que un Poe con el alcohol, hacía este con las drogas.
Pero
vamos a lo que vamos. En aquella época, estaban Wells, un protegido del abuelo
de Aldous Huxley, y Arnold Joseph Toynbee, un experto en teoría económica.
Wells, antes de ser famoso por sus novelas de ciencia ficción, fue jefe de la
Inteligencia Británica en la IGM, mientras que Toynbee ocupó otros altos cargos
en la administración e inteligencia británicas. La teoría de Toynbee era que
los imperios a lo largo de la Historia emergían y, cuando llegaban a su cénit,
ocupaban una hegemonía mundial y que a partir de ese punto, comenzaban su
declive. Según sus teorías y debido al alto intelecto de la aristocracia
británica, un imperio mundial creado por ellos, podría ser eterno si determinadas
personas se dedicaban por entero a servir a esa causa. Claro, que tanto Wells,
como Huxley y Toynbee eran miembros de la secta Hijos del Sol, una secta
dionisíaca formada por hijos de la no menos secta Mesa Redonda.
Básicamente
la novela “Un Mundo Feliz” o la obra
de Wells “Conspiración abierta”
hablan de lo mismo, la destrucción de las soberanías nacionales, la eliminación
del estado-nación mediante la destrucción de la filosofía occidental y la
implantación de una nueva forma de socialismo, todo ello dirigido por una casta
o élite poderosa y sabia.
Dice
así un autor del que extraemos esta información sobre el escritor Aldous Huxley:
“Bajo la tutela de Wells, a Huxley le
presentaron a Aleister Crowley. Crowley era un producto del círculo de adeptos de
sectas creadas en Inglaterra desde los años sesenta del s.XIX, bajo la
influencia de Edward Bulwer-Lytton, el ministro de colonias en tiempos de lord
Palmerston, durante la segunda guerra del opio. En 1886, Crowley, el poeta y
premio Nobel William Butler Yeats y otros varios protegidos de Bulwer-Lytton
formaron una orden satánica, del
Templo Isis-Urania, la Orden Hermética de la Aurora Dorada. La secta que rendía
culto a Isis se organizó en torno al manuscrito de 1877, Isis Unveiled, del que
era autora madame Helena Blavatsky, en el cual esta ocultista rusa apelaba a la
aristocracia británica para que se
organizase en una clase sacerdotal de
Isis.
Entre los iniciados
de los Hijos del Sol se encontraban T. S. Eliot, W. H. Auden, sir Oswald Mosley
y D. H. Lawrence, el amante homosexual de Huxley. Además fue Huxley quien en
los años cincuenta iniciaría la batalla legal para que se permitiera la llegada
a Estados Unidos de la novela pornográfica “El amante de lady Chatterley”,
afirmando que era una “obra de arte” incomprendida.”
En
fin, que el novelista “ingenuo” que
se nos ofrece en los manuales de estudio, es más oscuro y retorcido de lo que
parece a simple vista. Él mismo llegó a decir en una entrevista en los años 50 del
pasado siglo, que en el futuro, la gente estaría encantada de servir y ser
sierva. Que la ciencia habría creado para esas épocas un fármaco que anulase la
voluntad de los individuos para rebelarse y por lo tanto serían felices
sirviendo a las élites. Pero ni mucho menos lo decía como un denunciador de
esta situación, sino como un agente y cómplice de la misma.
Cuidado con Huxley