viernes, 17 de mayo de 2013

ALDOUS HUXLEY, CÓMPLICE DEL MUNDO FELIZ


Aldoux Huxley
 
 
Recuerdo de mi etapa de estudiante de Bachillerato el nombre de Aldous Huxley y su obra más representativa “Un mundo feliz”. Digo Bachillerato, pues uno va teniendo sus años, y aunque aquel no fue ni mucho menos el mejor sistema de enseñanza del mundo, no tiene nada que ver con el actual de la LOGSE ni de lejos.

Si a un joven de hoy en día se le preguntase por quién es Aldous Huxley, lo más seguro es que nos encontráramos con alguien de esta guisa:
 Un joven cuyas pintas son más o menos: cabeza rapada por los lados, el poco pelo que ostenta en la coronilla de dos colores entre amarillo pajizo y moreno turbio, la cara desfigurada por el acné, un pendiente en cada oreja, en la aleta de la nariz derecha un “piercing”, que le confiere al rostro cierto aire de asimetría, los ojos colorados y enrojecidos, a medias entre la falta de sueño y el consumo de algo a lo que no me atrevo ni a poner nombre, la boca pequeña, esbozando una sonrisa sempiterna entre la de un sujeto bobo o un sujeto colocado. Camiseta blanca de tirantes ajustada. Los brazos tatuados con lo que en su jerga denominan “tribales”, que traducido al común de los mortales quiere decir “garabatos”, pantalones de deporte rojos chillones con listas blancas en los lados, y eso sí, por lo menos dos tallas más grandes de la que debería utilizar; mal colocados, por debajo de la cintura, dejando ver al osado que mire hacia su talle, la goma elástica de los calzoncillos lila chillón, cuya intención no es otra que la de que se vea la marca comercial de los mismos. Opino que si alguno de estos descerebrados tuviese talento, no hubiera dudado en pedir una rebaja en la compra de dicho artículo a la firma comercial por hacerle publicidad gratis, pero dudamos mucho que sepan articular la palabra publicidad correctamente. Y en los pies unas zapatillas con suela baja, de color blanco y con unas listas de color rojo a los lados y los cordones, como no, a juego. En las manos, unas pulseras de cuero que ya se han incrustado tanto en la piel, que en caso de quitárselas se tendría que recurrir a la cirugía. En una mano dos anillos plateados de los baratos, incrustados en lo que morfológicamente se podría llamar dedos, y en la otra mano, unas gafas de sol exageradamente grande y barata. En el banco en el que está sentado, una gorra de teja tipo “beisbol americana”, de color blanco con un eslogan escrito en inglés entre rojo y negro, del cual dudamos el sujeto sepa traducir lo que pone y, a su lado, un teléfono móvil de pantalla táctil con sus correspondientes auriculares a juego, un paquete de tabaco a medio consumir y una lata de bebida energética de las que anuncian en la Tv que utiliza a modo de cenicero.

No describimos a los acompañantes que pululan a su alrededor, pues imaginamos que el lector puede hacerse una idea, que la fauna de la que se rodea este individuo, viste igual y se mimetiza en ese ambiente cual camaleón en un trigal. Así las cosas preguntamos:     

-“Perdona, ¿Puedes decirme quién es Aldous Huxley?”

Se produce una reacción curiosa, la risa boba se hace más grande, y el sujeto empieza a experimentar movimientos compulsivos con la cabeza, girando el cuello a un lado y a otro con rostro de estupefacción, los ojos muy abiertos, que si pudiesen hablar dirían: ¿Por qué a mí, yo qué he hecho? Y todo el rato mirando a sus semejantes en busca de ayuda o de “traducción” del interrogante que le planteo, como si un servidor hubiese dicho esas palabras en marciano o venusiano…
Y terminaría respondiéndonos:

-¿Ha,hahaha, ¿Quién?, hahahaha, ¡Tío, ese quién eeeees!
Le repito: “Aldous Huxley” ¿Os suena ese nombre?

-“¡Qué va, para ná!

Una voz proveniente de una muchacha (que con esas pintas cualquiera lo diría) que estaba detrás del sujeto de estudio responde:

-“Ese es que no lo hemos “dao” este año”.

Les pregunto: -“¿Podríais decirme al menos si es un científico, un matemático, un filósofo o un escritor?

Llegados a este punto, el grupo empieza a arremolinarse sobre el sujeto de estudio, más movidos por la curiosidad que por otra cosa, y cual rifa de feria se tratase, empiezan a escupir por sus bocas:  “¡Matemático!” –Dice uno- “A mí me suena a alguien de historia” –dice otra voz, y así en un rosario de respuestas, como si al atinar con la respuesta correcta estuviesen esperando que se les lanzase una sardina de premio. Como focas amaestradas. Patético.

Ficha Técnico-Estadística del Estudio Muestreo:

El grupo estaba compuesto por unos siete alumnos de entre 3º y 2º de Bachillerato del actual y con edades comprendidas entre los 16 y 18 años. Cuatro machos y tres hembras, el sujeto responde a los parámetros de “macho alfa”, lo cual produce miedo al pensar que dentro de muy pocos años, un individuo de esas características y capacidad intelectual, puede ser el próximo agente de policía con licencia para utilizar armas de fuego, un médico con acceso a recetario para medicamentos o político que rija los destinos del resto de los mortales (aunque esto último quizás sea lo menos grave viendo lo que padecemos en la actualidad).

Volvamos a nuestro autor antes de que la depresión y la resignación se apoderen de  nosotros.

Aldous Huxley

No nos interesaríamos por este escritor en esta bitácora, de no ser porque su obra se suele estudiar con mucha frecuencia en los manuales de estudio de Bachillerato. De él se suele decir que se interesó, asimismo, por los temas espirituales, como la parapsicología y el misticismo, acerca de las cuales escribió varios libros. Se le considera uno de los más importantes representantes del pensamiento moderno.

Proveniente de una familia con una larga trayectoria en la investigación científica, la divulgación y la literatura, Aldous parecía marcado por esos genes así que dedicó su vida a escribir. Hasta aquí todo normal. 

Su abuelito, “Thomas Henry Huxley” fue un acérrimo defensor de las teorías evolucionistas de Darwin, tanto, que en los círculos masónicos en donde se movía lo empezaron a llamar “El Buldog de Darwin” tal era su celo por las teorías del naturalista. Lo que no muchos saben es que era miembro destacado de la Sociedad Metafísica, creada en 1869, con el afán de crear una élite intelectual más eficaz. Obviamente esas teorías se propalaron eficazmente por las universidades de Oxford y Cambridge, teniendo el honor el abuelito (según dicen las fuentes) de acuñar el término “agnosticismo”, pues en sus disertaciones, hablaba de que el hombre no tenía alma (hablaba de la ausencia de alma) y de la incapacidad de aprender.

El nieto de este sujeto, nuestro Aldous, ya como novelista y como miembro perteneciente a una clase acomodada, coqueteó con las drogas para “inspirarse” y descubrir su paz espiritual. “Así podía entrar en un mundo de visiones”. Vamos, que se ponía “ciego” se diría ahora. Igual que un Poe con el alcohol, hacía este con las drogas.

Pero vamos a lo que vamos. En aquella época, estaban Wells, un protegido del abuelo de Aldous Huxley, y Arnold Joseph Toynbee, un experto en teoría económica. Wells, antes de ser famoso por sus novelas de ciencia ficción, fue jefe de la Inteligencia Británica en la IGM, mientras que Toynbee ocupó otros altos cargos en la administración e inteligencia británicas. La teoría de Toynbee era que los imperios a lo largo de la Historia emergían y, cuando llegaban a su cénit, ocupaban una hegemonía mundial y que a partir de ese punto, comenzaban su declive. Según sus teorías y debido al alto intelecto de la aristocracia británica, un imperio mundial creado por ellos, podría ser eterno si determinadas personas se dedicaban por entero a servir a esa causa. Claro, que tanto Wells, como Huxley y Toynbee eran miembros de la secta Hijos del Sol, una secta dionisíaca formada por hijos de la no menos secta Mesa Redonda.

Básicamente la novela “Un Mundo Feliz” o la obra de Wells “Conspiración abierta” hablan de lo mismo, la destrucción de las soberanías nacionales, la eliminación del estado-nación mediante la destrucción de la filosofía occidental y la implantación de una nueva forma de socialismo, todo ello dirigido por una casta o élite poderosa y sabia.

Dice así un autor del que extraemos esta información sobre el escritor Aldous Huxley: “Bajo la tutela de Wells, a Huxley le presentaron a Aleister Crowley. Crowley era un producto del círculo de adeptos de sectas creadas en Inglaterra desde los años sesenta del s.XIX, bajo la influencia de Edward Bulwer-Lytton, el ministro de colonias en tiempos de lord Palmerston, durante la segunda guerra del opio. En 1886, Crowley, el poeta y premio Nobel William Butler Yeats y otros varios protegidos de Bulwer-Lytton formaron una orden satánica, del Templo Isis-Urania, la Orden Hermética de la Aurora Dorada. La secta que rendía culto a Isis se organizó en torno al manuscrito de 1877, Isis Unveiled, del que era autora madame Helena Blavatsky, en el cual esta ocultista rusa apelaba a la aristocracia británica para que se organizase en una clase sacerdotal de Isis.

Entre los iniciados de los Hijos del Sol se encontraban T. S. Eliot, W. H. Auden, sir Oswald Mosley y D. H. Lawrence, el amante homosexual de Huxley. Además fue Huxley quien en los años cincuenta iniciaría la batalla legal para que se permitiera la llegada a Estados Unidos de la novela pornográfica “El amante de lady Chatterley”, afirmando que era una “obra de arte” incomprendida.”

En fin, que el novelista “ingenuo” que se nos ofrece en los manuales de estudio, es más oscuro y retorcido de lo que parece a simple vista. Él mismo llegó a decir en una entrevista en los años 50 del pasado siglo, que en el futuro, la gente estaría encantada de servir y ser sierva. Que la ciencia habría creado para esas épocas un fármaco que anulase la voluntad de los individuos para rebelarse y por lo tanto serían felices sirviendo a las élites. Pero ni mucho menos lo decía como un denunciador de esta situación, sino como un agente y cómplice de la misma.
Cuidado con Huxley

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